Aún con el guayabo de la Guacherna y un poquito de maizena en los oídos me levante pensando en la batalla de flores de Santo Tomás. Un jean viejo, un sueter, tenis, sombrero vueltiao y mochila fue la indumentaria del día. A las 2 pm estuve en la casa de Edwin, donde empezamos con unas frías en compañía de Aldo. Al rato apareció Gil en su camioneta y arrancamos viaje. Más de una hora nos tomo llegar hasta “Santoto” por el monumental trancon que se tomo la calle 30. En medio de buses, mulas, motos, y bajo la melodía de los potentes “pick ups” que sonaban en las casetas aledañas a la carretera llegamos.
El primer paso fue una parada técnica en la casa de Aldo, donde nos equipamos con whiskey, maizena y espuma. Luego llegamos al populoso desfile, donde a pesar del tumulto y el zaperoco logramos encontrar un sitio para medio ver el desfile. Apenás llegamos empezó la recocha del agua, la maizena y la espuma. Uno no terminaba de limpiarse la maizena cuando otro ya atacaba con la espuma o el agua, y así fue toda la noche, hasta el punto de quedar todos empapados en agua. Pero se gozo la fiesta porque esto es Carnaval y él que vive es él que lo goza.
Del desfile puedo decir que aún conserva la autentica esencia del “carnaval del pueblo”, alegre, espontáneo, y sin sillas y palcos, que hacen del carnaval un lucrativo negocio para unos cuantos; también apareció el desorden y la improvisación, como en algunas carrozas, que no eran sino una tractomula con unos cuantos perendengues de adorno, o como en los edecanes de las reinas que llevaban una “vara” para apartar los cables eléctricos y permitir el paso de las carrozas. Tampoco ayudaron a adornar el desfile las comitivas de las reinas, la mayoría de ellas enganchadas en una “carroza” sin disfraz ni distintivo alguno, mientras las reinas se destacaron por su belleza y alegría, dejando en alto sus municipios. También se destacaron muchas comparsas que en una muestra de osadía y talento, ofrecieron un verdadero espectáculo. En fin, un buen abrebocas de lo que se viene en Barranquilla.
El primer paso fue una parada técnica en la casa de Aldo, donde nos equipamos con whiskey, maizena y espuma. Luego llegamos al populoso desfile, donde a pesar del tumulto y el zaperoco logramos encontrar un sitio para medio ver el desfile. Apenás llegamos empezó la recocha del agua, la maizena y la espuma. Uno no terminaba de limpiarse la maizena cuando otro ya atacaba con la espuma o el agua, y así fue toda la noche, hasta el punto de quedar todos empapados en agua. Pero se gozo la fiesta porque esto es Carnaval y él que vive es él que lo goza.
Del desfile puedo decir que aún conserva la autentica esencia del “carnaval del pueblo”, alegre, espontáneo, y sin sillas y palcos, que hacen del carnaval un lucrativo negocio para unos cuantos; también apareció el desorden y la improvisación, como en algunas carrozas, que no eran sino una tractomula con unos cuantos perendengues de adorno, o como en los edecanes de las reinas que llevaban una “vara” para apartar los cables eléctricos y permitir el paso de las carrozas. Tampoco ayudaron a adornar el desfile las comitivas de las reinas, la mayoría de ellas enganchadas en una “carroza” sin disfraz ni distintivo alguno, mientras las reinas se destacaron por su belleza y alegría, dejando en alto sus municipios. También se destacaron muchas comparsas que en una muestra de osadía y talento, ofrecieron un verdadero espectáculo. En fin, un buen abrebocas de lo que se viene en Barranquilla.
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