El primero de estos paseos fue a Jokkmokk un pueblo ubicado muy cerca al círculo polar, famoso por tener un legendario mercado de invierno con 402 años de antigüedad. Sin ser nada emocionante es una oportunidad para comprar productos típicos de la cultura Sami, probar carne de reno (muy buena por cierto!), dar un paseo en helicóptero, tour en perros, y congelarse un poco más que en Lulea.
El segundo viaje, más interesante, fue a Kiruna, una ciudad minera que además se caracteriza por tener actividad aeroespacial en una de las bases más grandes de la agencia espacial europea. Además es un sitio ideal para practicar ecoturismo propio de la Laponia. Pero mi viaje no fue para esto, solo estuve visitando el Hotel de Hielo y la Mina. Aunque en la visita turística a la mina no se puede ver mucho, es toda una sorprendente obra de ingeniería donde se aplica tecnología de punta. El Hotel de hielo aunque es toda una novedad y una belleza no tiene nada que ver con las fantasías árticas que nos mostró el 007 en “Die Another Day”. Es mucho más pequeño y modesto, pero no deja de impresionar el ingenio y creatividad de los numerosos artistas que participan en su construcción. Eso sí, una noche allí no baja de unos 100 euros y debes arreglártelas para dormir a -5ºC. Entre otras curiosidades allí se puede encontrar el Absolut Ice Bar donde un trago servido en un vaso de hielo no baja de 10 euros, y que además ya se ha expandido a ciudades como Tokio, Milan y Estocolmo.
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