De Lulea a Barcelona (una historia de maletas)

Parte I: Haciendo maletas

Otra vez más que llega el momento de la partida. A empacar y limpiar todo por enésima vez, y de nuevo surge la pregunta: que voy a hacer con tanta vaina? La aerolínea no me deja llevar sino 20 kg y sin dudas que puedo pasar de 100. Que más se puede hacer? dejar y regalar todo lo que se considere medianamente imprescindible y hasta lo que no lo es también, porque no estoy dispuesto a pagar mucha plata por llevarme todas mis cosas; la aerolínea me cobra 10 euros por cada kilo adicional, y enviar las cosas por correo tampoco es que sea tan barato. Como quiera me terminaría llevando 27 kilos en mi maleta, 14 en una caja que envié por correo y creo que no menos de 20 entre todo lo que llevaba en mi “equipaje de mano”.


Parte II: Se perdió la maleta

No entiendo como un aeropuerto tan pequeño como el de Luleå puede hacer para perder una maleta; o será por eso mismo? Será que no pueden ver una maleta porque la enganchan en el primer avión que ven, de modo que la maleta fue a parar a Turquía, aunque demoraron dos días para saber eso. Y tan temprano que me presente en el aeropuerto, para que después la del servicio de equipaje en el aeropuerto El Prat (Barcelona) tenga el descaro de decirme que casi siempre se quedan las maletas de los últimos pasajeros que llegan, que descaro!


Parte III: Apareció la maleta

Después de dos días sin saber nada de la maleta daba tranquilidad saber que estaba en Turquía, ahora tocaba esperar porque tenían que regresarla a Estocolmo y después a Turquía. El consuelo por ahora era que podía gastar 73 euros con derecho a devolución, como si eso alcanzara para mucho. Gaste 85 y ya me daba igual que me pasara del limite, a la larga, yo tenia que comprar mis artículos de uso personal con o sin maleta. Pero la aerolínea me contesto y me dijo que aunque solo respondían por 73, ellos es su infinita generosidad me devolverían los 85 que gaste. Eso y una maleta nueva que me sustituyeron por la vieja, que apareció deteriorada, fue la recompensa por la pérdida de la maleta.