Sunday, July 06, 2008

Una vez en Amsterdam

Una de las cosas que definitivamente quería hacer en Europa era ver un concierto de Radiohead, pero justo en el momento más cerca de cumplir este anhelo sentí que el tiro de gracia se podía salir por la culata. Estaba en Ámsterdam y fue justo en la taquilla del Heineken Music Hall cuando me dijeron que no podía entrar porque había un problema con mi boleta, por supuesto yo sabía de que se trataba y los peores pensamientos llegaron a pasar por mi mente.

Cuando Radiohead anuncio su breve gira europea no dude ni un segundo en asistir al concierto fuera donde fuera. Yo estaba en Barcelona pero ellos no pasarían por España así que elegí verlos en Ámsterdam. Compre dos boletas en la preventa de la página oficial de Radiohead, una para mí y otra para un amigo que nunca asistió.

El dilema de la historia empezó cuando recibí las boletas por correo, había cuatro boletas en el sobre y no tenía ni idea de porque. Llegue a pensar que era un obsequio promocional para los fans, o que en realidad eran solo dos boletas en originales y desprendible, no se, no se…

Cuando llego el día del concierto tenia la misión de vender las tres boletas que me “sobraban”. Vender la primera fue muy fácil. Con las otros dos me costo más trabajo; había otro tipo vendiendo varias boletas y no había compradores, pensé que le había pasado lo mismo que a mí pero nunca supe. Un “homeless” me llego a ofrecer 20 euros por las dos boletas de 50 euros cada una, con la justificación de que él era un “homeless” y necesitaba revender boletas para trabajar. Otro tipo me decía que su sueño era ver ese concierto y que le regalara una boleta. Yo no me desesperé, y continué en mi misión, aplicando todo lo aprendido en Barranquilla en conciertos y partidos de fútbol. Al cabo rato llegaron 4 personas buscando 2 boletas, negocio hecho.

Cuando estaba apunto de entrar el lector electrónico del torniquete no validó la boleta y el guardia me dijo que fuera a taquilla. En taquilla me dijeron que mi boleta no era valida, que había sido reportada como perdida. ¡Sorpresa previsible! apareció uno de los compradores de mis boletas con el mismo problema. La de la taquilla no sabía que hacer con nosotros y llamo al responsable del evento para resolver el problema.

A los pocos minutos apareció un inglés de cara tiesa preguntándome donde había comprado las boletas y otras cosas más; le dije que las había comprado en la página oficial, pero su cara de intriga demostraba que mi palabra no era suficiente. Enseguida hizo llamadas a Londres y otros lugares para investigar el problema pero no obtuvo respuestas. Afortunadamente tenía conmigo la confirmación de la compra que recibí por correo y se la mostré, con una cara, cada momento, de mayor intriga miro la confirmación y él saco de sus archivos una lista de los compradores por Internet donde aparecía mi nombre con dos boletas.

Con su misma cara de intriga se decidió a dejarme entrar a mí y a mí supuesto amigo, pero me dijo que iba a investigar que pasaba y que le dejara mi correo electrónico para contactarme. Al día siguiente recibí un correo electrónico solicitándome disculpas y diciéndome que hubo un error en el reporte de las boletas perdidas.

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