Otro par de años pasaron y llego un día en el que Carlos estaba sentado en una mecedora en el patio de mi casa en Barranquilla tomando un trago de absenta, mientras Alejandro, casi al mismo tiempo, tomaría alguna cerveza con Mauricio en un bar cerca a las Ramblas. Y la cosa no se quedo ahí, unos meses después los que aparecieron sentados en las mecedoras del patio de mi casa tomando cerveza fueron Cheo y Mauricio, cuando al fin se pusieron de acuerdo para coincidir en Barranquilla. Ese día fuimos a la innaguración del Mundial Sub. 20 luciendo la nueva equipación del grupo, una camiseta en color amarillo con el logo de Copera y la leyenda “Barranquilla Meeting 2011”. Por la noche el meeting siguió en la 84 y apareció Alejandro, para completar, así, la mayor reunión del grupo desde los tiempos de Barcelona.
Aquella noche solo falto Carlos, pero su camiseta amarilla llego a Barcelona. Unos meses después aparecí yo en la avenida Madrid por la que tanto camine para ir de mi casa al Panxot o a la calle Melchor de Palau. También regrese al Camp Nou, a las Ramblas, al Collins, al Barrio Gótico; el meeting regreso a Barcelona, también las camisetas blanca y amarilla, también la mascara de marimonda y hasta la corona de Rey Momo regreso a Copera. Unos días después aparecí en el Aeropuerto de Málaga, donde Cheo estaba esperando, después esperamos a Mauricio en el mismo Aeropuerto, y volvimos a sentarnos a tomar cerveza en una misma mesa, ponernos al día y recordar los inicios y trayectoria del grupo.
De a dos, de a tres, de a cuatro,(y algún día de a cinco) el Copera Meeting no desaparece, así como la camiseta; porque hasta los coperadores nos parecemos en algo a la camiseta, a veces se desaparece y se refunde en algún rincón del escaparate; pero cualquier día, en carnaval, en verano, o en un meeting, vuelve y sale, y hasta otro día esta empacada en una maleta y se va en un vuelo a Barcelona o a Barranquilla.
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