Foto de la serie "En el Espejo" de Vasco Szinetar
Muchos años después, sentado frente a mi computador, había de recordar aquellos días de mi infancia en los que por primera vez leí una novela; ésta se hizo comentada entre todos mis compañeros del colegio porque finalizaba con la palabra mierda. Esos eran los días en que tenía que leer a García Márquez para aprobar “Español y Literatura” en el colegio; ahora estoy en los días donde no puedo vivir sin leer a García Márquez.
Mis primeros encuentros literarios con Gabo fueron por compromisos académicos. Pero su prodigiosa imaginación rápidamente llamó mi atención y la de otros amigos; a mis 11 años de edad leí el primer cuento de Gabo por voluntad propia, fue La prodigiosa tarde de Baltazar, cuya historia giraba en torno a una jaula a la que “ni siquiera era necesario ponerles pájaros”. Desde esos días su celebrada obra empezó a maravillarme y hoy en día sus libros Cien Años de Soledad, El Amor en los Tiempos de Cólera y Vivir para Contarla, son imprescindibles para mí.
Y aunque celebridades, genios, y el mundo entero celebre toda su obra, para mí como costeño su obra transciende, además, méritos literarios e intelectuales. Gabo narra en un modo inigualable miles de historias, vivencias y personajes, que sólo han podido ser inspirados en una fascinante tierra como la nuestra. Por eso, nosotros los costeños tenemos el privilegio único de entender su obra en un modo en el que nadie más puede y, a la vez, tenemos el orgullo de que su obra sea embajadora de nuestra cultura e idiosincrasia en el mundo entero.
Por eso, para mí, leer la obra de Gabo es atarme a mis raíces, es estrechar mis costumbres, es sentir mi tierra, es recordar y revivir mi vida.
Republico este post por los 85 años de nacimiento de Gabriel García Marquez. Originalmente publicado el 7 de Abril de 2007 en el Blog del Grupo Copera
Mis primeros encuentros literarios con Gabo fueron por compromisos académicos. Pero su prodigiosa imaginación rápidamente llamó mi atención y la de otros amigos; a mis 11 años de edad leí el primer cuento de Gabo por voluntad propia, fue La prodigiosa tarde de Baltazar, cuya historia giraba en torno a una jaula a la que “ni siquiera era necesario ponerles pájaros”. Desde esos días su celebrada obra empezó a maravillarme y hoy en día sus libros Cien Años de Soledad, El Amor en los Tiempos de Cólera y Vivir para Contarla, son imprescindibles para mí.
Y aunque celebridades, genios, y el mundo entero celebre toda su obra, para mí como costeño su obra transciende, además, méritos literarios e intelectuales. Gabo narra en un modo inigualable miles de historias, vivencias y personajes, que sólo han podido ser inspirados en una fascinante tierra como la nuestra. Por eso, nosotros los costeños tenemos el privilegio único de entender su obra en un modo en el que nadie más puede y, a la vez, tenemos el orgullo de que su obra sea embajadora de nuestra cultura e idiosincrasia en el mundo entero.
Por eso, para mí, leer la obra de Gabo es atarme a mis raíces, es estrechar mis costumbres, es sentir mi tierra, es recordar y revivir mi vida.
Republico este post por los 85 años de nacimiento de Gabriel García Marquez. Originalmente publicado el 7 de Abril de 2007 en el Blog del Grupo Copera